
Analizamos el esperado DLC de Elden Ring: Shadow of the Erdtree
Si hay algo que FromSoftware nos ha dejado muy claro es que, en lo suyo, nadie le hace sombra. Sí, muchos han seguido su estela y entre sus imitadores han aparecido algunos alumnos aventajados, pero ninguno ha sido capaz siquiera de resistir la comparación con el maestro. Cuando se habla de diseño de niveles, de dirección de arte, de mundos de fantasía oscura, de épica, de jefes inolvidables, de secretos, de narrativa ambiental, de posibilidades jugables y sobretodo, de desafíos, todos miran a la desarrolladora liderada por Hidetaka Miyazaki y su equipo.
El Reino de las Sombras es un puzle que pone a prueba todo lo que has aprendido jugando a Elden Ring e incluso a otros proyectos del estudio. Desde la zona inicial puedes ver que están más o menos a tu alcance el resto de los territorios, pero al mismo tiempo no. Te labras el camino explorando, pensando de qué manera las dimensiones pueden encajar para que el camino esté detrás de una mazmorra opcional o un muro invisible.
Todo lo que ves en el horizonte es un nivel con contenido propio. No va de farol. Si las Tierras Intermedias hacían lo propio desde un plano bastante más horizontal, aquí ocurre lo mismo de arriba a abajo. No hay enormes explanadas que recorrer entre puntos, sino que los niveles se conectan por otro tipo de recursos que no queremos desvelar para evitar romper con la sorpresa. Lo que sí podemos decir es que vas a ir descubriendo gracias que abriendo el mapa jamás pensarías que podrías tener ahí. Y sin embargo ahí las tienes, colocadas gracias a jugar con las perspectivas de los niveles.

Como ya se ha repetido en incontables ocasiones, para acceder a la expansión se deben cumplir dos requisitos: acabar con Radahn y Mohg. Aunque no se necesite haber acabado el juego, sí es recomendable entrar a la expansión con un nivel de personaje importante. En nuestro caso entramos con nivel 152. Conservas todo tu inventario y estadísticas al viajar al Reino de las Sombras, solo que dentro de este territorio debes perseguir unos objetos específicos para sumar más poder a tu personaje.
Pero siempre llega el momento en el que te chocas de bruces con un pico de dificultad importante. En nuestro caso lo hemos encontrado en dos ocasiones: en el jefe final y un jefe secreto que está en una zona bastante evidente si miras el horizonte del Reino de las Sombras. Son agotadores. La dificultad es subjetiva, sin duda, pero en los dos que mencionamos debes ser bastante pero bastante curtido en los juegos de From Software para poder superarlos, incluso con lágrima mimética de por medio. No queremos decir que el resto de jefes son mindunguis. En puesta de escena muchos de ellos son espectaculares y requieren de habilidad para poder sortearlos, pero están en otro escalón de dificultad respecto a esta pareja.
Conclusión
Es una aventura tan rematadamente buena que no nos extrañaría que a muchos os llegue a gustar incluso más que el juego principal gracias a su apuesta por algo más compacto y cohesionado, por no hablar de esa estructura tan tradicional que tiene que recuerda inevitablemente a lo que experimentamos hace ya más de una década con el primer Dark Souls. El estudio vuelve a dar una master class de diseño de niveles tomando el concepto que estrenó en 2022. La presentación de los jefes es memorable. Hay varios picos de dificultad que van a poner a prueba a los más veteranos. Tras casi cuarenta horas de viaje seguimos con la sensación de que todavía hay algo más que rascar. A nivel de mística y descubrimiento es como volver a 1996.
