septiembre 20, 2024

A lo largo de la historia del arte, han surgido términos de todo tipo. A veces simplemente nombraban una manera de aplicar una técnica, otras veces derivaban en una nueva corriente artística e incluso eran intentos de un artista por hacer publicidad de sus obras (con mayor o menor grado de éxito).

El escritor puede tachar esa palabra que no le ha convencido y emborronar su libreta, y el pintor, cuando da pinceladas apresuradas en su lienzo en blanco, también puede cambiar de opinión y borrar aquello que no le ha convencido. No es fácil verlo a simple vista, pero los arrepentimientos o pentimentos en italiano son algo bastante frecuente en el arte, más en unos artistas que en otros.

El término arrepentimiento se refiere a las modificaciones que los artistas realizaban sobre pinturas ya hechas, generalmente para borrar algo que no les convencía. Es algo bastante común en el mundo del arte y algunos pueden verse a simple vista. Aquí un ejemplo: cuando Edvard Munch pintó Atardecer en 1888 decidió primar la figura de la muchacha (su hermana Laura) y borrar a las dos figuras que había colocado en el centro del cuadro, lo que produce mayor sensación de soledad, desasosiego y ansiedad, que era lo que el noruego buscaba. Sin embargo, si uno se fija en el cuadro (puede verse en el Thyssen) aprecia las dos pinturas borradas.

Si te fijas, en la parte central del cuadro se pueden ver las dos figuras pintadas originalmente.

Pero en otras ocasiones no es tan sencillo descubrir retratos ocultos. En 2011, tuvo que ser una avanzada técnica de radiografía y reflectografía la que mostrase que, bajo la figura de Jovellanos en el cuadro de Francisco de Goya, también había un retrato oculto de una mujer joven. La digitalización de las placas radiográficas mediante un programa informático es la que permitió en esa ocasión (y muchas otras) tener una visión global de la obra y así se descubrió un retrato femenino de cuerpo entero y se llegó a la conclusión de que las pinceladas coincidían con las de Goya y no eran de otro pintor.

El rostro oculto bajo el Retrato de Jovellanos, de Francisco de Goya.

Incluso grandes maestros como Velázquez no dudaban en corregir partes de sus obras si no le convencía el resultado, como en el caso de Las Meninas.

En la esquina inferior derecha, la pierna de Nicolasito Pertusato (de rojo) muestra un trazo por debajo de la pierna pintada, revelando una primera pose que después se corrigió.

Pero esos secretos en las pinturas están por todas partes, y, gracias a los análisis de infrarrojos que señalábamos antes, cada vez es más fácil descubrirlos. Por ejemplo, una radiografía en la famosa obra de el matrimonio Arnolfini, de Jan van Eyck, reveló que cambió varias veces las posiciones de una de las manos y también en los pies y las piernas de los protagonistas. En el Arlequín de Picasso hay un cambio de postura de las piernas que además de ser evidente a simple vista ha sido confirmado por las radiografías. Incluso Leonardo da Vinci es famoso por ser uno de los primeros en “arrepentirse” y volver a empezar, dejando secreto lo que antes había ideado.

En otras ocasiones, los arrepentimientos son aún más curiosos, pues los estudios al respecto parecen indicar que los artistas (generalmente pintores del siglo XX) en realidad provocan esos pentimentos. Es decir, que deliberadamente los quieren dejar en el cuadro para que nosotros los encontramos. Sucede en obras estudiadas de Cézanne (sus famosas Bañistas, por ejemplo) o Matisse, fauvista por excelencia. Si los errores fueran tan fáciles de subsanar, la vida sería más sencilla, pero por algo los lápices tienen goma de borrar.

Aunque en un primero momento parezca parte de la obra, Cézanne no dudó en dejar los trazos originales por debajo de las correcciones en su obra Bañistas.

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